Mis cambios mentales

Samia Cruz/ abril 1, 2015/ Blog, Confesiones, Sin categoría/ 0 comments

La diferencia_v1

Ayer platicaba con mi Papá. No vivimos en la misma Ciudad y pues nuestro medio de comunicación es el teléfono y también por Facebook. Todo lo que escribo lo lee, le da me gusta cuando le gusta (ja) y todavía no se anima a escribir.

Pero todo esto sale, porque mi Papá me preguntaba ayer “Hija, además de todo el cambio físico que has tenido, ¿qué otras cosas cambiaron en tu vida, en tu familia?”. Así que hoy les voy a platicar eso.

A raíz de que baje mis 30 hermosos kilos, toda mi vida cambió y mi familia cambió conmigo. Eso es algo que les enseño a mis coachees: no te quedes sola tú con el cambio, has el cambio con tu familia para que todos lo vivan parejo.

Entre las cosas que mejoraron, es que me gané el respeto de mi familia. Y no es que no me respetaran como “autoridad mamá, esposa” sino que, cuando uno se somete a un plan de alimentación duro y empiezas a decir “no puedo comer esto”, “hoy sólo puedo esto”, “no gracias”, etc., los que te rodean te empiezan a “admirar” tu fuerza de voluntad, empiezan a “respetar” tu decisión de cambio de vida. ¿Por qué no?, empiezan a “querer ser como tú”.

Hoy tengo toda la autoridad para decir “no comas eso”, porque soy congruente con lo que hago y con lo que digo. Si le digo a mis hijos que el azúcar es veneno, es porque yo no lo consumo. Y el ejemplo, señores, arrastra.

Por primera vez en mi vida, acepté y aprendí que este cambio era para siempre. Supe desde el inicio que, para conservar mi peso sin “tanto peligro”, debía mantenerlo dos años como mínimo. Y desde el día uno que empecé a bajar me he dedicado a cuidarlo. Porque aprendí a tenerle respeto a mi cuerpo. Y eso, ha hecho la diferencia. Porque no me he permitido confiarme, todos los días vivo en “alerta” y es duro a veces, pero maravilloso, porque finalmente tengo todos mis sentidos abiertos en relación a la comida y mis emociones.

Como no me quedé sólo con un estudio, sino que empecé a volverme devoradora de libros, artículos, a leer etiquetas, a comparar, a ir al super a buscar lo que decían las etiquetas, a tomar un curso tras otro, mis hijos me empezaron a ver como “Mamá la que sabe todo de nutrición” y esto ha sido de lo mejor, porque mis hijos confían en mí. Confían no como Mamá, sino como Health Coach y conocedora del tema.

Cuando entrenamos para maratón y son semanas y meses de trabajo, mis hijos son los primeros en apoyar y respetar. Se creó, sin decirlo, una tribu de salud en esta casa. Han aprendido que el deporte implica sacrificios, mucha fuerza de voluntad, hacer ejercicio cuando no quieres salir de tu cama, pero tú tienes una meta. Hemos aprendido los cuatro, a disfrutar del deporte y hacerlo nuestro.

Nos hicimos más unidos como familia, nos hicimos alianza. Porque al principio de este cambio, fui criticada, señalada. Decían entre bromas “cuando no venga tu mamá, podemos comer rico” y así. Y mi familia y yo nos hicimos fuertes, como cuando juegas y te abrazas fuerte para que nadie entre por tu lado. Porque al “atacar” a uno, eramos todos los que veníamos en ese bando. Entonces si yo decía “no gracias” al refresco, los demás decían “yo también quiero agua por favor”.

En este cambio de vida, el bajar de peso todos los días me da grandes satisfacciones físicas, pero me da más satisfacciones mentales, psicológicas. Y para mí esas son las más importantes. Como saberme con una gran fuerza de voluntad, saberme en control de mi cuerpo y sobre todo de mis emociones al momento de comer. Descubrir que tengo una familia que le entra a todo, saber que mis hijos, lo que están aprendiendo hoy, se lo llevarán con ellos siempre (mi hija de 4 años me pide “Mami, me das una cena crudivegana”, jajaja, la amo sin control), saber que un estilo de vida saludable no es ir con un médico para que te baje de peso, es subirte tú al tren de TU vida, conducirlo y ser TÚ quién decida a dónde llegarás, con cuantas paradas o con destino directo y sin regreso.

Y la cereza del pastel, fue que encontré mi vocación en la vida. Soy mercadotecnista de profesión, con una maestría en negocios por convicción, pero Health Coach con el corazón y con todo el amor a mi persona, a mi familia y, ¿por qué no?, con mucho amor por ti hoy también.

Súmate a mi camino de vida saludable. No tienes nada que perder y si, MUCHO, MUCHO que ganar.

Con amor,

Samia

[facebook] [retweet][twitter name=”name”][/retweet]
Share this Post

Leave a Comment