Mis cambios físicos

Ahora aunque sea el rimel me pongo en la pestaña para que levante el ojo jajaja… Antes jamás me pintaba ni una pestaña. Lo mismo, no le daba importancia.

Ahora siempre quiero salir muy cuca a la calle, y vaya que no soy de ponerme hasta el molcajete, soy bastante sencilla en mi arreglo. Pero quiero estar “linda” y antes, mientras más “plana” luciera en mi arreglo mejor, tipo pasar desapercibida para mí y para el mundo.

Y así me puedo seguir con miles de ejemplos.

Y estos días llegué a la conclusión de que la obesidad, no sólo te mata de un infarto, de diabetes, de colesterol, etc. Te mata el espíritu, las ganas, ese toque femenino que todas las mujeres tenemos, te mata el que cada que te quieres comprar algo de ropa no hay tu talla o te tienes que ir a la talla donde nada es coqueto.

Y hoy me siento como una “cebolla” a la cual le he venido quitando capas y capas y capas… primero fueron de obesidad, de grasa, luego pasamos a capas de inseguridad, miedos, complejos y creo que finalmente estoy empezando a sentir el corazón, el corazón de la libertad de atreverme a vestirme como yo quiera sin temor de verme gorda, la libertad de querer verme muy linda para mí primero, luego para mi esposo. La libertad de no sentir los complejos torturantes cuando entras a una reunión y sientes que todos te ven y te critican por gorda (Cuando capaz y ni te vieron, pero bueno, uno así lo siente).

Y así me puedo seguir…

Por eso hoy te digo, si estás haciendo algo por tu salud, por tu físico, por tu belleza. Lo que sea que estás haciendo, date la oportunidad de llegar al final. No es fácil, es duro, tiene mucho sacrificio, cuesta cambiar el chip, pero por Dios que vale TODO, vale mucho la pena y vale cada sonrisa que te regalas cuando te miras en el espejo y te descubres cada día más linda.

Con amor,

Samia